Capítulo 15.
POV Xavier.
-Con que eres la capitana de las animadoras del equipo de los lobos azules del instituto de aquí. Interesante…muy interesante.-Dije pensativo.
-Sí, sorpresa.-Sonrió.
-Oh, tendré que meterme en el equipo de futbol para ser quarterback y así hacer la pareja del año en el instituto.-Bromeé.
-No hace falta que hagas eso idiota.-Me sacó la lengua.
-Lo sé, no pensaba hacerlo.-La abracé.
-No te soporto.-Dijo pegada a mi pecho.
-Sabes que me quieres con locura.-Recogimos sus cosas del estudio y montamos en mi furgoneta. Apenas habíamos recorrido unos metros cuando me dijo de parar en una cafetería que había en el lado derecho. Parecía pequeña pero acogedora. Allison pidió un capuchino y yo me limité a un vaso de agua.
-¿Eso piensas tomar en serio?
-Soy pobre.-Me reí.
-Te invito yo no seas tonto. Disculpe…-Hice ademán de llamar a la camarera pero le sujeté la mano.
-Que era broma. Es solo que no tengo ganas.
-Muy bien.-Mojó la cuchara en su capuchino y con la espuma que se le quedó pegada en el extremo me rozó la nariz.
-¡Hey! ¿A qué ha venido eso? Quítame eso ya de la cara.
-Oblígame.-Me retó.
Me levanté de mi asiento y me acerqué al suyo. Se recostó en el sofá y levantó las piernas impidiéndome avanzar. Apoyó el pecho contra ellas y mientras ella empujaba me quejaba como si sus pequeñas patadas me dolieran. La gente debería estar mirándonos pero me daba igual. Una última patada que recibí en el hombro derecho me sirvió de excusa para contraerme de dolor.
-¡Ah!-Fingí agachado.
-Perdona, perdona. No quería darte fuerte.-Dijo incorporándose para verme.
Aproveché mi oportunidad, la rodeé con mis brazos y le pasé por toda la cara mi nariz y su gran pegote de espuma. No parábamos de chillar y reírnos. Debimos estar dando un buen espectáculo porque la camarera nos obligó a dejar el local. Después de dejarle el dinero del capuchino de Allison, salimos por la puerta entre risas. Allison había cogido una servilleta y se limpiaba los restos de su café de la cara.
-¿A quién se le ocurre chillar así loca? No puedo salir contigo en público.-Suspiré.
-¿Perdona? Menuda cara tienes.-Volvió a reírse y montamos de nuevo en mi furgoneta camino de casa.
POV Allison.
Unos golpes en el cristal de la furgoneta me hicieron separarme de Xavier.
-Oh no.
“Demasiado tarde” Xavier había bajado la ventanilla. Me escurrí en el asiento y procuré no mirarla a sus ojos de víbora. No fuera a ser que me convirtiera en piedra.
-¡Allison! Cuanto tiempo, ¿qué tal?, ¿quién es este chico?-La miré desafiante para dejarle bien claro que Xavier era mío y de nadie más.
-Hola Marti.-Dije a regañadientes.-Xavier esta es…-(la zorra)-mi amiga Marti. Marti, mi novio Xavier.-Recalqué bien la última parte.
-Encantada Xavier.-Le estrechó la mano que él le había tendido.
-Lo mismo digo.
-Bueno, ya nos veremos. Hasta pronto.-Echó una mirada a Xavier que casi me hizo ir tras ella y darle una bofetada pero me contuve. Salí de la furgoneta entre gemidos de desesperación y cerré la puerta con fuerza.
-¡Hey! ¿Qué te pasa? No la pagues con mi furgoneta, es delicada.-Se acercó a mí.
-Nada, no deberías haberle bajado la ventanilla.-Dije enfadada.
-Soy un caballero para mala suerte por lo que veo. Aunque no parecía mala chica, es mona.
-¿Mona? ¡Es guapísima!-Ahora estaba peor. Marti, típica chica rubia, de ojos verdes, cuerpo 10 y padres con grandes terrenos, me había caído mal desde que en primero, me tiró el almuerzo encima e hizo que todos se burlaran de mí con una estúpida cancioncilla sin ninguna gracia.
Me senté en las escaleras de mi porche, dejando atrás a Xavier y me rodeé las piernas con los brazos haciendo mi propio refugio. Apenas segundos después, él ocupó el sitio al lado del mío. No le miré, sabía que si lo hacía acabaría perdiéndome en aquellos malditos ojos que me volvían loca. Pasó un buen rato antes de que hablara con voz dulce.
-¿Tienes frío?-La pregunta me pilló desprevenida.
-Mmm no.-Dije sin entender bien por qué me preguntaba aquello.
-¿Y ahora?-Volvió a repetir a los pocos segundos?
-No.-Contesté de nuevo.
-¿Ahora sí?-Me volví hacia él confusa.
-¡No! ¿Por qué quieres que tenga frío?-Pregunté entre confusa y enfadada.
-Porque como estás enfadada, así tengo una excusa para abrazarte y que no me eches.-Dijo algo avergonzado.
Noté que los ojos me escocían. Algunas lágrimas se acumularon en ellos. Me levanté y me tiré encima de él literalmente. Nos dimos un millón de besos antes de separarnos y fue cuando le miré con una gran sonrisa y le susurré:
-Eres lo mejor de mi vida, que lo sepas.-Y lo besé.